Bale está en un callejón sin salida. El galés ya no es importante, tal y como se ha podido ver en la convocatoria para el derbi ante el Atlético, donde no está. Tampoco molesta, simplemente es intrascendente. A Zidane no le importa cómo está o deja de estar. Ha aprendido a convivir con una situación que no se planteaba en verano y que ahora asume con naturalidad. El de Cardiff está en la plantilla, le utilizará cuando esté sano y lo estime oportuno, pero no se disgustará ni se alarmará lo más mínimo por su situación.
Gareth tiene un problema, ya que ha dejado de ser el dueño de su situación. Por un lado, tanto Zidane como el club han aprendido a vivir sin él. Esto le deja en una posición más que delicada. Nadie se va a alarmar si no se ve en condiciones de participar en un partido. Eso sí, Zizou también tiene muy claro que siempre que pueda jugar lo hará, tal y como sucedió en el Clásico que se disputó en el Camp Nou, donde fue titular.
Por otro lado, tampoco encuentra una escapatoria. Durante este mercado Tottenham y Manchester United se han planteado su fichaje, pero ninguno está dispuesto a asumir su elevada ficha y Bale tampoco quiere ceder, por lo que el retorno a la Premier por el momento se antoja casi imposible. China, otra vía de salida, ha cambiado su legislación, lo que imposibilita notablemente su llegada. Por lo tanto, una de las pocas opciones que le quedan es Estados Unidos, lo que le apartaría de la élite.
Bale tiene por delante medio año para aclarar su futuro. Durante su trayectoria en el Real Madrid ha sido clave en momentos muy importantes, en los que sus apariciones y goles han dado títulos a los blancos, pero en los últimos tiempos su situación no mejora. Para Zidane nunca terminará de ser un jugador capital y Gareth nunca se sentirá plenamente cómodo en el Madrid. En el mercado de invierno no va a salir, pero el próximo verano debería hacer las maletas en busca de nuevos retos, aunque primero tiene que encontrar un lugar que le satisfaga.
