Si el domingo en San Sebastián la sorpresa en la alineación del Real Madrid fue la presencia de James Rodríguez, ante el Mallorca la principal novedad era un Gareth Bale inédito en los dos últimos encuentros de los blancos y titular frente a la escuadra balear, donde el galo apostó por un once tremendamente ofensivo formado por cuatro atacantes y tan sólo dos centrocampistas.
Bale ocupó el flanco derecho del ataque madridista cumpliendo las expectativas. Es decir, siendo prácticamente intranscendente arriba y abajo. Así es el galés. Zidane, amigo de dar a todos una oportunidad, se la dio a Gareth ante el Mallorca, pero es que entre una dosis elevada de no poder y otra de no querer, volvió a firmar una actuación muy pobre que se puede resumir con un lanzamiento peligroso desde la frontal a los seis minutos que despejó Reina y una serie de pérdidas defensivas que probablemente provocasen el enfado de todos aquellos madridistas que tienen que ver a los suyos desde la televisión por culpa del coronavirus.
No se puede negar que cuando se decidió a defender ayudó a Carvajal, eso sí con poquísima intensidad. Lo que parece evidente es que a Bale se le tiene que pedir mucho más. Un jugador que ha sido clave en los últimos éxitos blancos, un especialista en finales, no puede firmar su mejor actuación antes del partido, cuando apareció en el estadio Alfredo di Stéfano con una gorra en la que se podía leer golf, sin duda su gran pasión. En el campo nada.
En el minuto 70 de partido Zidane le retiró del terreno de juego por Isco. Desobedeciendo al árbitro y con un paso tranquilo, abandonó el verde sin prisa. Se quitó la goma del pelo, saludó al malagueño, a Zidane y se subió a la grada, donde vio el final del encuentro blanco. El madridismo, posiblemente, mostraría su hartazgo en casa, pero es que a este galés lleva tiempo dándole igual casi todo.
La situación de Bale en el Real Madrid no cambia tras firmar otra actuación que no pasará a los anales de la historia. Zidane no le quiere tener la próxima temporada, el club le busca una salida y él quiere seguir en la capital de España, aunque mucho tendrá que cambiar para ganarse el perdón de un Zizou que le utilizará cuando lo estime oportuno.
