Barcelona y Real Madrid jugarán el Clásico menos clásico de la historia. El partido más importante del mundo se disputará sin público por primera vez en la historia. Nunca antes un duelo entre catalanes y madrileños se jugó sin espectadores. A puerta cerrada. Carente del alma de cualquier evento deportivo. Esta circunstancia convierte el partido en un duelo especial, diferente, pero también permitirá que por primera vez en muchos años que ambos gigantes del fútbol español se enfrenten en la Ciudad Condal sin símbolos independentistas.
El primer Clásico del coronavirus -no se sabe si habrá más- no tendrá aficionados en sus gradas que puedan lucir simbologías independentistas. Ni esteladas, ni pancartas dando la bienvenida a una república catalana inventada ni ningún tinte político que aleje el foco del objetivo principal, que no es otro que el fútbol y los jugadores que disputarán un partido siempre importante.
Este Clásico es especial por la ausencia de público, pero hay que recordar que la última vez que ambos se vieron las caras en Barcelona el partido estuvo marcado por la política. Primero, el duelo se tuvo que aplazar por las revueltas que se vivieron en Cataluña tras conocerse la sentencia del procés. Y cuando se jugó, casi dos meses después, se tuvieron que tomar medidas muy especiales.
Ambos equipos más los árbitros se tuvieron que concentrar en un mismo hotel que tuvo una vigilancia extrema en las horas previas. La salida de ambos clubes al estadio estuvo muy controlada para evitar cualquier altercado y, durante la disputa del choque, el encuentro se tuvo que parar por el lanzamiento de globos amarillos al césped. Todo esto, arropado por un clima muy poco futbolístico y con una carga política complicada de gestionar que en esta ocasión, por culpa del coronavirus, no se vivirá durante el partido de los partidos.
