La cuarentena que está llevando a cabo el Real Madrid desde el pasado jueves tiene muy pocas cosas positivas, sólo que los lesionados ganan tiempo en su recuperación, y muchas negativas. Todos los equipos, tanto de fútbol como de baloncesto, han parado y, en algunos casos, como es el de Reinier, recién llegado al club, ve su adaptación al club y a la ciudad frenada en seco.
El brasileño, día a día, se estaba habituando a su nueva vida en Madrid y a un nuevo fútbol, como es el español. De hecho, su adaptación estaba siendo tan positiva que en el último partido que disputó el Castilla ante el Coruxo hizo dos de los cuatro goles de los chicos de Raúl y fue uno de los jugadores más destacados del encuentro. Pero ahora ve cómo su vida se ha parado.
A Reinier este parón le viene especialmente mal. El joven se estaba integrando perfectamente tanto dentro como fuera de Valdebebas. En el vestuario se ha ganado rápidamente a todos sus compañeros, pero ahora, como el resto de los jugadores blancos, del club y, como debería hacer, toda la población que vive en España, no podrá salir de casa. La crisis por el coronavirus le obligará a permanecer hasta nueva orden en su hogar, donde podrá estar acompañado de su familia, esa que no se ha separado de él desde que llegó a la capital, pero no podrá seguir haciendo vida fuera y, sobre todo, no podrá seguir deslumbrando a Raúl y, sobre todo, a Zidane,
Su juego no ha pasado inadvertido por la Ciudad Rea Madrid y Zidane no le pierde de vista. Esta temporada, se reanude cuando se reanude, no podrá participar con el primer equipo ya que no hay más sitio para extracomunitarios, pero el galo lo estaba siguiendo con mucha atención para ver su calidad en directo y observar su progresión en el día a día. De esto dependerá si de cara al próximo curso sale cedido o se gana una ficha en la primera plantilla.
