El nórdico no se amilanó ante los hispalenses

Haaland es una bestia: dos goles y pique con medio Sevilla

Erling Haaland no pierde su olfato goleador contra el Sevilla y hace otro doblete para confirmar la clasificación del Borussia Dortmund. Aprovechó la primera que tuvo, le anularon otro gol, pero convirtió un penalti provocado por él mismo

Haaland
Erling Haaland celebra su doblete contra el Sevilla (Getty).

Erling Braut Haaland no se cansa de dar motivos. El noruego volvía a centrar la atención de la vuelta de los octavos de Champions ante el Sevilla. Después de su doblete y asistencia en el Sánchez-Pizjuán que dejó encarrilada la eliminatoria, el jugador se presentaba de nuevo como la gran amenaza del Borussia Dortmund, de cara a clasificarse para la siguiente fase. El 2-3 de la ida ponía las cosas muy a favor de los alemanes, pero el delantero quería más he hizo dos goles que confirmaron la clasificación para cuartos de final.

El insaciable instinto goleador de Haaland no para y, las dudas que había acerca de su estado físico, quedaron resueltas en la primera oportunidad que tuvo. El jugador venía de hacer un doblete ante el Bayern de Múnich en la derrota de los suyos ante el gigante alemán, siendo sustituido antes de tiempo por unas molestias.

Quedaba la duda de si estaba al cien por cien para afrontar el duelo, aunque Terzic lo alineó de inicio. El buen arranque sevillista le hizo pasar desapercibido durante gran parte de la primera parte. El marcaje constante de Diego Carlos le impidió entrar prácticamente en juego en los primeros 45 minutos, pero cuando lo hizo fue para marcar.

Los de Lopetegui tenían claro que debían ser superiores tanto en intensidad, como en dominio y, sobre todo, que debían mantener a Haaland lo más alejado posible del balón. Le funcionó bien el plan al técnico vasco, pues el equipo salió bien plantado y no concedió ocasiones. Los sevillistas se volcaron sobre la meta alemana y, además, se protegían rápido de las posibles contras, donde Diego Carlos le contuvo bien.

Sin embargo, en el primer error del Sevilla, el noruego aprovechó para prácticamente sentenciar la eliminatoria. Perdió el balón Suso en la banda, salió en tromba el Dortmund y Reus condujo hasta la línea de fondo. Allí le metió el pase atrás a Haaland que marcaba a placer el primer gol del partido. El esfuerzo nervionense, muy superiores en la primera mitad, había sido en vano por culpa del delantero más en forma de Europa, que no perdonó.

Tras el paso por vestuarios, el Sevilla necesitaba tres goles, pero el Dortmund salió mejor y Haaland lo aprovechó. El nórdico entraba como un toro en el área, se llevaba por delante a Fernando, que le ganó la posición, y fusiló a Bono. Reclamó el conjunto hispalense con insistencia la falta y el colegiado Çakir acudía al VAR para revisar la acción.

Doblete tras una revisión surrealista del VAR

En la imagen se veía que la falta cometida por Haaland era clara. La potencia y corpulencia del jugador le había llevado a derribar al pivote sevillista antes del remate. Sin embargo, sucedió algo un tanto surrealista. Cuando parecía que el árbitro tenía claro que el gol no debía subir al marcador, le pusieron en imagen un potencial penalti de Koundé cometido sobre el propio Haaland.

Minuto y medio antes del gol, el noruego entró en el área buscando rematar un mal centro desde la banda que atrapó sin problemas Bono. El delantero sufrió un ligero agarrón del central francés, aunque no parecía suficiente como para derribarle. Dio la impresión de que el ariete, al ver que no llegaba al balón, se dejó caer. El juego no se había parado hasta el momento del gol, por lo que la única oportunidad para el árbitro de revisarla era en ese preciso instante. Anuló el tanto de Haaland, pero concedió penalti en la jugada previa.

Haaland se sacó un potente disparo, buscando la cepa del poste, pero Bono adivinó las intenciones y lo despejó. Llegó al rechace, pero volvió a encontrarse de nuevo con el meta, que se le echó encima. Cuando montaba la contra el Sevilla, recibió Çakir la orden del VAR de repetir la pena máxima, pues Bono se adelantó y no mantenía ninguno de los pies sobre la línea en el momento de la ejecución.

Entonces Haaland no perdonó. El jugador apostó por repetir el lado del lanzamiento, Bono volvió a adivinar, pero esta vez no tocó lo suficiente para desviarlo. El noruego marcaba de nuevo y esta vez sí que subía al marcador el gol. Lo celebró intensamente el delantero, que se acercó a dedicarle unas palabras al meta, desatando la ira de los futbolistas de Lopetegui, lo que le valió una amarilla.

No se conformó con el doblete

Pese a los dos goles, Haaland quería más. El delantero demostraba un hambre insaciable y no se conformaba con haberse encargado él solo de decidir la eliminatoria. Con el Sevilla lanzado a la desesperada, entró más en juego que en la primera mitad.

Haaland aparecía una y otra vez por la banda, siendo un constante peligro para los intereses del Sevilla. De sus botas nació el que pudo ser el tercero. El Dortmund se lanzó a la contra, Haaland recibió en el área grande, escorado a la derecha, y se la entregó a Dahoud, que falló ante Bono.

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