“Hazard ha recibido un golpe fuerte, pero yo creo que sólo es eso”. Zidane desvelaba en la rueda de prensa posterior al encuentro que midió a Espanyol y Real Madrid que el belga, que fue sustituido a los 63 minutos por Vinicius, estaba dolorido. Del golpe del que hablaba el entrenador francés era de un pisotón en el talón de Aquiles que a principio de temporada era rojo y Mateu dejó en reprimenda. Eden ya no estaría cómodo en un encuentro en el que recibiría tres faltas más. Un día más en la oficina para él.
El Real Madrid está muy preocupado por esta circunstancia. Desde que el fútbol ha retornado tras la crisis del coronavirus y Hazard, ya recuperado de su última lesión, ha vuelto a los terrenos de juego, no ha dejado de sufrir patadas de sus rivales. De hecho, los números dicen que el internacional belga padece una infracción del rival cada 23, o9 minutos, lo que le convierte en el tercer jugador que más faltas sufre en promedio, sólo superado por Rafinha, que sufre una infracción cada 22,76 minutos, y Rafinha, cada 20,18.
El día de su vuelta ante el Eibar sufrió un golpe justo en el tobillo operado. Hazard quedó tendido sobre el césped con visibles gestos de dolor y, una vez en pie, estuvo durante una buena parte del encuentro cojeando. El cuerpo técnico, la directiva y el madridismo se temieron lo peor, pero todo quedó en un susto y hasta Zidane desveló tras el choque que Eden le había dicho que esa patada le había ayudado a perder el miedo. Ante Mallorca recibió otras dos faltas más.
La manera que tiene Hazard de jugar, con el balón pegado al pie y conduciendo en búsqueda de esa diagonal que tanto le gusta, invita a que los rivales le peguen. Esta situación no es nueva para él, ya que en Inglaterra, cuando lucía los colores del Chelsea, ya sufrió la cacería de los defensas, lo que le llevó a acabar como el jugador que más faltas sufría en la Premier en tres temporadas: en la 2018-19 (104), la 2014-15 (113) y la 2013-14 (89). El Real Madrid no quiere que Eden tenga mayor protección que otros, pero los números reflejan que el belga practica una profesión de riesgo.
