Madriditis, el virus que no tiene cura

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Piqué, el paciente cero, de madriditis.

Madriditis. Es un virus antiguo que sigue sin tener vacuna ni tratamiento. Cuando el Real Madrid gana hay gente que sufre todo tipo de reacciones alérgicas, las más graves afectan a la vista, que se les nubla, y al cerebro, que se les bloquea, y les lleva a actuar desde las vísceras y la sinrazón. Encima el Madrid suele ganar mucho, por lo que el virus no deja de tener rebrotes. Epidemiólogos de todo el mundo han tratado de encontrar una vacuna, pero andan más perdidos que Fernando Simón.

Escribo estas líneas a la vista del enorme rebrote de madriditis de este fin de semana. Primero la tuvo Piqué, el paciente cero, que deslizó que el Real Madrid va a ganar esta Liga por los árbitros. Ya en su día lo hizo Simeone, otro paciente incurable de madriditis. A Piqué le faltó mentar a Aznar, al palco del Bernabéu y a Franco, sospechosos habituales de los éxitos deportivos que el Real Madrid ha conseguido durante más de cien años.

La realidad es que el penalti a Vinicius es penalti, el gol de Benzema es legal y el de Januzaj es ilegal por fuera de juego como un piano de Merino. Esos son los hechos. No se pueden discutir si se miran las jugadas con los ojos no digo ya de la neutralidad sino de la honradez. Lo demás es victimismo y ruido barato. Viene bien para llenar espacios periodísticos y para tener algo que discutir con el vecino, sacar del armario los viejos odios y volver a la normalidad del guerracivilismo futbolero después de 90 días encerrados en casa afilando la bayoneta.

El día que Piqué se calló

Cualquiera tiene derecho a indignarse contra lo que dé la gana. Contra el Madrid, contra el Gobierno, contra La Sexta, contra el precio de los calabacines o contra que la Guardia Civil lleve tricornio. Uno puede pensar que los árbitros quieren que gane la Liga el Real Madrid porque, indiscutiblemente, eso es bueno hasta para el PIB de España. Pero las jugadas son las que son y Estrada Fernández -árbitro catalán, por cierto- acertó en todas.

No hablamos del gol legal anulado a Messi (por Mateu Lahoz) que dio una Liga al Atlético de Simeone. No hubo entonces ni portadas ni Piqués que pusieran el grito en el cielo. Aquello fue un robo. O del arbitraje de Clos Gómez (hoy jefe del VAR) en la final de Copa del Bernabéu que el Atlético ganó al Madrid. O de las dos Ligas de Tenerife que García de Loza primero Gracia Redondo después birlaron al Real Madrid para suerte del Barça de Cruyff. Ni del atraco de Stamford Bridge o la que le lio Aytekin al PSG en el Camp Nou. Aquellos fueron arbitrajes escandalosos, que alteraron el resultado de lo que ocurrió en el césped.

Lo de Estrada Fernández en Anoeta fue la actuación de un colegiado que acertó en el campo y que fue ratificado por el VAR. Pero, claro, si uno tiene la vista nublada por la madriditis, es imposible que lo vea. Porque hay gente que sólo ve lo que quiere ver y que sólo cree lo que quiere creer sea verdad o mentira. Quizá por eso hay quien todavía vota a Pedro Sánchez.

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